Quiero
mostrarles el amor que siempre ha tenido España hacía Cataluña.
Fíjense que ya fue el gran Quevedo, el del famoso poema del “Érase una vez un hombre a una nariz pegada” quién dijo de nosotros, los Catalanes:
"Son los catalanes el
ladrón de tres manos, que para robar en las iglesias, hincado de rodillas,
juntaba con la izquierda otra de palo, y en tanto que viéndole puestas las dos
manos, le juzgaban devoto, robaba con la derecha. (...) Ellos son las viruelas de
sus reyes: todos las padecen y los que escapan quedan por lo menos con señales
de haberlas tenido. (...) Son los catalanes aborto monstruoso de la política.
Libres con señor; por esto el conde de Barcelona no es dignidad, sino vocábulo
y voz desnuda. Tienen príncipe como el cuerpo alma para vivir y como éste alega
contra la razón apetitos y vicios, aquéllos contra la razón de su señor alegan
privilegios y fueros. Dicen que tienen Conde, como el que dice que tiene tantos
años, teniéndole los años a él. El provecho que dan a sus reyes es el que da a
los alquimistas su arte; promételes que harán del plomo oro, y con los gastos
los obligan a que del oro hagan plomo. Ser su virrey es tal cargo, que a los
que lo son se puede decir que los condenan, y no los honran. Su poder en tal
cargo es sólo ir a saber lo que él y el Príncipe no pueden. Sus embajadas a su
gobernador cada hora no tratan de otra cosa sino de advertirle que no puede ni
ordenar ni mandar ni hacer nada, anegándole en privilegios."
Pero
claro, hoy es distinto, somos peores que en la época de Quevedo, pues imponemos
nuestra lengua a los pobres Españoles, marginando a los que no lo saben
(supongo que los marginan a los Juzgados), no como España que ha tolerado
nuestra lengua como propia, un ejemplo D. José Patiño, el presidente de la Real
Junta Superior de Justicia y Gobierno en el 1715:
“Que en las
escuelas no se permitan libros en lengua catalana, escribir ni hablar en ella
dentro de las escuelas y que la doctrina cristiana sea y la aprendan en
castellano”.
Ya lo dijo el
bribón, quiero decir, Su Majestad el Rey: “El Castellano nunca fue lengua de
imposición” (que se lo pregunten a Latinoamérica).
Claro que en el
1715 éramos malísimos, habíamos perdido una guerra en la que queríamos imponer
un Rey que hablase Catalán en el trono del Imperio Español que hubiese obligado
a los niños a cantar Els Segadors con acento de Vic. A pesar de ello, el ya
citado José Patiño nos definía así:
“Que el genio
de los naturales [de Cataluña] es amante de la libertad, aficionadísimo a todo
género de armas; prontos en la cólera, rijosos y vengativos, y que siempre se
debe recelar de ellos aguarden coyuntura para sacudir el yugo de la justicia.
(...) Son [los catalanes] apasionados de su patria, con tal exceso que les hace
transtornar el uso de la razón, y solamente hablan en lengua nativa. (...) Que
aquel grande orgullo está abatido, y, respetan ya los preceptos de V.M. y la
Justicia, no por afecto y amor sino por la fuerza superior de las armas.»"
Pero volviendo a
nuestra lengua/dialecto-molesto que utilizamos para discriminar, mientras
España ha sido tan paciente y abierta, véase Carlos III (Real Cédula de
Aranjuez de 1768) por la que insiste en el tema con una muestra de tolerancia española:
"Derogo y anulo todas
qualesquier resoluciones o estilos que haya en ordinario, y esto mismo
recomendará el mi Consejo a los Ordinarios Diocesanos, para que en sus Curias
se actúe en lengua Castellana" y "Finalmente
mando que la enseñanza de primeras Letras, Latinidad y Retórica se haga en
lengua castellana generalmente, donde quiera que no se practique,
recomendándose también por mi el Consejo a la Diocesanos, Universidades y
Superiores Regulares para su exacta observancia y diligencia en extender el
idioma general de la Nación para su mayor armonía y enlace recíproco."
Y más tarde, la gran reina Isabel
II, esa Reina tan querida y casta, en la Real Orden de 15 de enero de 1867: "En vista de la comunicación pasada a este
Ministerio por el censor interino de teatros del reino (...) en la que se hace
notar el gran número de producciones dramáticas que se presentan a la censura
escritas en los diferentes dialectos, y considerando que esta novedad ha de
influir forzosamente a fomentar el espíritu autóctono de las mismas,
destruyendo el medio más eficaz para que se generalize el uso de la lengua
nacional, la reina (q. D. g.) ha tenido a bien disponer que en adelante no se
admitirán a censura obras dramáticas que estén exclusivamente escritas en
cualquiera de los dialectos de las provincias de España."
Miguel de Unamuno recogía está
obviedad, este amor tan Castizo por lo Catalán, y la feliz, alegre y voluntaria
adopción por los Catalanes de la lengua castellana antes de que algún desalmado
se inventara el Nacional-Catalanismo (Adolfo Hitler se inspiró en ello), en un
discurso en el Congreso de los Diputados (02/08/1932): "Hay que partir, naturalmente, de que la enseñanza, el
conocimiento del castellano, es hoy, en Cataluña y para los catalanes,
obligatorio, no porque se les haya impuesto, sino porque lo han aceptado
voluntariamente y cordialmente, de buena voluntad."
Y es que además de imponer la
lengua, nos hemos inventado con toda maldad una historia antigua ¡propia!
Pudiendo compartir la historia llena de grandezas de España, un desgraciado resentido,
se inventó una historia paralela, para justificar el Nacional-Catalanismo,
quien mejor que D. José Patiño Rosales, intendente general de
Cataluña después de la Guerra de Sucesión, 1715 para describir como era la Cataluña
de antes de ese cántico al amor territorial llamado Decreto de Nueva Planta:
“Habiendo este Principado de
Cataluña por su execrable fellonía y obstinada resistencia perdido sus leyes,
constituciones, privilegios y prerrogativas, cesó y quedó abolida con la
recuperación y restitución de él a la debida obediencia y entrada de las armas
del Rey nuestro Señor en esta Capital de Barcelona, la planta del Gobierno
antiguo político, económico y militar de Cataluña." Como indica que
nunca se nos impuso nada al termino de dicha guerra: "La porfiada
tenacidad de los Cathalanes, en esta última ciega revelion suya, abrió el
camino a imponerles la ley, que conquistados por la fuerza de las Armas, y
castigada con ellas sus inquietudes, velicosos animos, rinda su dureza, y
obstinación con templanza, y su buen uso vaya desterrando el odio y el
aborrecimiento, con que siempre han mirado la sugección a otra ley que la de
sus usáticos, costumbres,constituciones, privilegios y fueros" ni se
prohibió nada: “Como antes todo lo Judicial se actuaba en Lengua Catalana,
se escriba en adelante en idioma Castellano o Latín".
¡Que mente tan mala se inventó
esas mentiras de los Usatges, les Corts, las Constituciones y los Derechos!
Pero fue Antonio
Maura quién dio la solución para que dejásemos de ser tan malos, el problema es
que nunca se ha querido aplicar: "¿El problema catalán? Sólo es
cuestión de cincuenta años de administración honrada". Es por ello que
hemos continuado por la mala senda, ya lo decía Manuel Azaña (por hazaña, la
suya, o como se cargó la República) "un instinto de rapacidad egoísta
se ha sublevado, agarrando lo que tenía a mano (...) en el fondo,
provincianismo fatuo, ignorancia, frivolidad de la mente española, sin excluir
en algunos casos doblez, codicia, deslealtad, cobarne altanería delante del
Estado inerme, inconsciencia, traición (...) Mientras dicen privadamente que
las cuestiones catalanistas han pasado a segundo término, que ahora nadie
piensa en exaltar el catalanismo, la Generalidad asalta servicios y secuestra
funciones del Estado, encaminándose a una separación de hecho" durante
la Guerra Civil. Que cerdos y malos somos los Catalanes, ¿verdad?
Siempre pidiendo
y quejándonos D. Alvaro de Figueroa y Torres (Conde de Romanones) (si, ese señor que fue
presidente tres veces y no sé cuantas más ministro en ese gran momento de la democracia
española como el final del periodo conocido como “reinstauración bribónica”):
“En mi frecuente paso por el
Gobierno, he aprendido que la atención de los Ministros ha estado absorbida
constantemente por Cataluña; cuando no era una cosa, era otra; huelgas,
regionalismo, separatismo, sindicalismo, proteccionismo. Si el resto de España hubiera
originado iguales preocupaciones, la vida ministerial habría sido imposible." (Notas de una vida).
Y a pesar de
ello, se nos ha querido, se nos ha respetado y dirigido buenas palabras, como
las de José Millán-Astray en la Universidad de
Salamanca el 12 de octubre de 1936: “¡Cataluña
y el País Vasco, el País Vasco y Cataluña, son dos cánceres en el cuerpo de la
nación! ¡El fascismo, remedio de España, viene a
exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí!".
(que decir que el bisturí no estaba del todo afilado, cosas de las penurias de
la guerra). O las hermosas palabras del Gobernador militar de Barcelona
en 1939, el Coronel Antonio Aymat: “¡Perros
catalanes! ¡No sois dignos del sol que os alumbra!"
Y se nos ha defendido siempre sin
fisura alguna como Juan Negrín que durante la Guerra Civil dijo: "No estoy haciendo la guerra contra Franco
para que nos retoñe en Barcelona un separatismo... y pueblerino (...) No hay
más que una nación: ¡España! (...)
Antes de consentir campañas nacionalistas que
nos lleven a desmembraciones que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco sin otra condición que la que se desprendiese de
alemanes e italianos".
Por ello pido
perdón a España, por su comprensión, amor y paciencia desde los siglos de los
siglos, desde que formamos esta gran nación llamada España, desde Adán y Eva
(Hispania antes, ya los romanos sabían que la península sería el futuro
putiferio de Europa, por eso de la tierra de conejos, ya saben…).
PS. Como una de
las características Españolas no es la ironía, les informo que el texto es
irónico, pues ese señor con barba que de vez en cuando sale por la televisión
diciendo que es presidente y sus amigos, llevan hinchándome los huevos desde
hace días, más de lo normal, por lo que, o escribía algo irónico o bien llenaba
dos páginas de insultos, pero claro, el insulto principal, me temo, no se lo
habrían tomado como un insulto.